20 de mayo de 2011

Bio-ladrillos a partir de arena, urea y bacterias


Cultivar ladrillos a partir de bacterias, arena, cloruro de calcio y urea, se ha convertido en realidad gracias al reciente descubrimiento de una profesora de arquitectura americana en Abu Dhabi. Un avance sustancial de la bio-ingeniería que permitirá producir ladrillos a temperatura ambiente, en lugar de consumir toneladas de carbón o árboles para alimentar los hornos.

 
El avance se produjo casi por accidente: después de muchos años de investigación con cultivos de cristales y ensayando varias recetas químicas, la joven profesora de 32 años Ginger Krieg Dosier, de la universidad americana de Sharjah en los Emiratos Árabes, se topó con su primer ladrillo una semana después de haber desechado unas pruebas fallidas.

Baratos, robustos y fáciles de producir, los ladrillos cocidos al horno han existido desde hace muchísimo tiempo. Pero el proceso para obtener los ladrillos mediante esta técnica tradicional requiere enormes cantidades de energía, que incluye deforestación y la emisión de toneladas de CO2 a la atmósfera. Con más de 1,22 trillones de ladrillos fabricados cada año cada uno emite 5,8 kg de CO2, lo que es bastante más de lo producido por el tráfico aéreo anual.
El proceso, conocido como precipitación de calcita inducida por microbios, o MICP, usa los microbios de la arena para ligar los granos entre sí como con pegamento a través de reacciones químicas encadenadas. El material resultante parece arenisca, pero dependiendo de cómo se haya hecho, puede reproducir la dureza de un ladrillo tradicional o incluso del mármol. Si los ladrillos de Dosier reemplazaran cada nuevo ladrillo que se produce en el planeta, reduciríamos nuestras emisiones de CO2 al menos 800 millones de toneladas al año. “Nos estamos quedando sin fuentes de energía”, dijo en una entrevista en marzo. “Se necesitan 400 árboles para fabricar 25.000 ladrillos). Esta tendencia del consumo empieza a asustarme”.

Dosier tratará de refinar la composición en el proceso de forma que se puedan imprimir capa a capa en una impresora 3D.

El único problema detectado es que el proceso emite amoniaco, que los microbios convierten en nitrato que, a su vez, podría contaminar las aguas subterráneas. Aunque el problema podría evitarse completamente ‘encerrando’ esos productos en una especie de buffers orgánicos que los contendrían hasta el momento de su reciclado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario